Agustín regresa al pueblo de horizonte de sierras para esperar ser juzgado por el asesinato de sus padres. En ese mismo pueblo busca refugio Leila, escapando de su vida familiar en la ciudad. En aquella asimétrica sincronía de espera y punto de fuga, ambos se conocen y comienzan una relación intensa que va carcomiendo el calmo entorno en el que se cruzan.