El final de la Segunda Guerra Mundial establece un nuevo orden mundial dando comienzo a una nueva era: la era atómica. La promesa de que la energía nuclear permitiría a España dar un gran salto adelante, hizo que Franco dedicase mucho esfuerzo y dinero en poner en marcha plantas nucleares para uso civil. Por eso, su gobierno explota las minas de uranio en Lleida, construye la central nuclear en Zorita y proyecta una instalación nuclear militar en Soria, entre otros planes. Franco quiere colocar a España en el mapa de las potencias nucleares mundiales y pone en marcha un plan secreto para desarrollar la primera bomba atómica española, proyecto que encarga a Guillermo Velarde, piloto militar y físico nuclear.