La exigencia del curso se hace palpable cuando los errores de los alumnos empiezan a traducirse en las primeras expulsiones. La dureza del alpinismo no deja lugar a fallos graves de seguridad y, para evitarlos, los futuros GREIM deben aprender a lidiar con emociones como la frustración, la ansiedad o el miedo si quieren aprender a desenvolverse en la montaña.