Heidi está fuera de sí de alegría y todo el día no sabe si reír o llorar. Cuando Pedro viene de pastos con las cabras, mira a Diana, Blanquita y Copo de Nieve, que se ha convertido en una madre. Pedro es incrédulo porque tanto él como su abuelo creían que la niña nunca volvería. Todo para Heidi es como cuando lo dejó: sus abetos, la choza, sus prados, pero cuando se da cuenta de que está tan mayor que no puede ponerse sus ropas viejas y que incluso Blanquita pronto tendrá una pequeña hija, entiende que tal vez algo ha cambiado desde que se fue.