Ran lleva a su padre y a Conan a un parque de Tokio con un peculiar detalle, un viejo molino de agua que antes irrigaba el arroz y que ahora sirve para hacer hielo. Durante un paseo por el parque, unos estudiantes identifican a Kogoro y comienzan a hacerse selfies con el detective, pero la diversión durará poco pues ocurrirá un desagradable incidente.