Con un poco de imaginación, ¿podrían unos pocos terroristas sabotear una nación poderosa? ¿Quizás incluso doblegar nuestra moderna civilización? La estabilidad de Norteamérica, Europa, China o cualquier potencia global depende de la comunicación digital de alta velocidad. El aumento de la dependencia en los equipos digitales y la interactividad global nos puede estar poniendo en grave peligro. Los científicos de todo el mundo se enfrentan a nuevas amenazas como los troyanos, la adicción destructiva a Internet y los biochips malintencionados. Pero ¿Y si la amenaza definitiva es la tecnología en sí misma? ¿Puede ser el final de las superpotencias la toma de consciencia de la propia Internet?