El Comandante Supremo sigue desaparecido, y mientras escucha la histeria de Karasu-Tengu, Rikuo recuerda haber recibido una amenaza. En ausencia de Nurarihyon, Rikuo intenta mantener la calma en el clan; pero más tarde ese día, uno de los demonios de la Casa del Clan Nura es asesinado.