Luna se ha operado y todo ha ido bien, pero la familia no entiende la implicación de Alberto en todo este proceso. Por eso improvisan una excusa: regentan una agencia de modelos a la que Luna acaba de acceder. Pese a todo, Luna le explica la verdad a Lucas que se revela ante la idea de la prostitución y rompe la relación con su prima. Alberto inicia la preparación de Luna: junto a Laura, le dan mil consejos sobre la profesión, el estilo y las circunstancias propias de su nuevo estatus. Hasta que Luna se siente preparada para empezar a ejercer. Alberto considera que el primer cliente debe tener unas características especiales. Y ése es César. La tensa relación de César con los paparazzi se ve agravada al caer en una trampa. Una chica se introduce en la cama de César cuando está en el hotel de Sevilla y un compinche les hace fotos en una situación que se podría prestar a confusiones. Por suerte, su hermano Santiago sabe cómo detener este tipo de agresiones. Santiago le recomienda que se abra más a la prensa y, sobretodo, que supere la separación de su primera ex mujer. César se enfrenta a sus fantasmas del pasado y, para su sorpresa, los supera. Planta cara a Sandra, su ex mujer, y entabla una relación, aunque por ahora sólo sea profesional con Irene, una consultora técnica que le ayudará a llevar a cabo su fastuoso proyecto arquitectónico. Ese estado de buen humor le lleva aceptar la propuesta de Alberto y accede a convertirse en el primer cliente de su nueva musa: Talía, es decir, Luna.