Las corrientes oceánicas controlan el clima en todo el mundo. Cuando se detienen de repente, desencadenan una cascada interminable de desastres meteorológicos, como ventiscas, supertormentas, incendios forestales, sequías generalizadas y un rápido aumento del nivel del mar. Ningún lugar del planeta se libra de esta catástrofe climática que amenaza con acabar con la civilización humana.