La donación de órganos se extiende por el país. El marqués de Villaverde se dispone a hacer el primer trasplanté español, con lo que Herminia comienza a inquietarse. Cuando le preguntan si estaría dispuesta a donar algún órgano, no solo se niega a hacerlo sino que, sin que se entere nadie, saca sus pequeños ahorros y se compra un nicho perpetuo en el cementerio.