El 28 de abril de 1988, el techo del fuselaje delantero del vuelo 243 de Aloha Airlines se desprendió, succionando a una asistente de vuelo al exterior. La aeronave aterrizó a salvo en Kahilui, Maui, sin más perdida de vidas, la azafata jamás fue encontrada. El fuselaje falló debido a los daños por la corrosión y la reparación inapropiada de las grietas causadas por la fatiga del metal.