Kirsty (Samantha Morton) trabaja como limpiadora y vive con sus dos hijas en un pequeño apartamento. Cuando un día vuelve a casa y descubre que su pareja la ha abandonado, Kirsty se encuentra en una situación desesperada. Sin dinero para poder pagar las facturas ni comprar comida, decide aceptar la ayuda de su vecino Ryan (Paul Kaye). Pero este supuesto favor se convertirá en una pesadilla cuando el amable comportamiento de Ryan cambia de manera drástica.