El juego de Arata se vuelve una reminiscencia del Maestro Eterno Wataya Hajime, lo que le permite tomar el control del ritmo del partido. Harada recuerda el único partido que jugó contra Hajime cuando era joven y se vuelve dolorosamente consciente de cuánto se ha desvanecido su sentido del juego desde entonces. Pero se apega al estilo de juego ofensivo que enseña en la Sociedad Shiranami, cambiando el partido de una manera que deja a todos en la sala conteniendo la respiración.