Cuando el exmosquetero Marsac, viejo amigo de Aramis, regresa inesperadamente a París, los mosqueteros entran en un estado de confusión, plenamente conscientes de que deberían entregarlo por su deserción. Su aparición coincide con la visita real de la amada hermana del Rey y su marido, el duque de Saboya, a quien los mosqueteros deben proteger. Paralelamente, Marsac cree conocer por fin la verdad que se esconde tras la infame masacre que asesinó a su tropa, y quiere que Aramis le ayude a probarla.